Se viene la primera final de la Triple Corona argentina de este 2019, aunque resulte increíble, porque la misma llegará recién el 9 de noviembre, una fecha en la que en años anteriores ya se hubieran disputado las dos primeras. Pero, un comienzo accidentado de la serie de torneos más importantes del mundo, que estuvo marcada por el clima y las suspensiones, paracería finalmente haber encontrado su rumbo y estar enderezada de manera definitiva.
Lamentablemente, en esta ocasión el calendario fue muy acotado, a pesar de ser más largo que en temporadas pasadas si tomamos en cuenta la cantidad de días de competencia. Pero el poco margen dejado entre torneo y torneo, profundizado por la llegada de nuevas competencias, hizo que todo fuera más urgente. El encuentro el pasado domingo en Hurlingham entre La Dolfina y Las Monjitas deja sensaciones encontradas.
Por un lado, hay que destacar -una vez más- el vértigo y la intensidad que alcanza un partido de polo cuando los protagonistas son dos de los tres principales equipos. Y resulta esencial hacerlo porque desafortunadamente los formatos de los torneos de la triple corona argentina no están diseñados de una manera tal que los cruces entre La Dolfina, Ellerstina y Las Monjitas estén garantizados. Es decir, tanto en Tortugas como en Hurlingham y en Palermo, hay un partido de los de gran envergadura que no se va a ver. En Tortugas, Las Monjitas no jugó frente a La Dolfina; en Hurlingham, ocurrirá lo propio entre Ellerstina y Las Monjitas; y, en el Abierto Argentino, La Dolfina -siempre que acceda a la final, algo que está prácticamente asegurado- jugará o ante Ellerstina o ante Las Monjitas.
Y si bien es un tema ya gastado, lo cierto es que no deja de ser cada vez más pesado. Es imperante que los formatos de la Triple Corona argentina de 2020 se diseñen en base a garantizar esos 3 cruces sí o sí en cada uno de los torneos, o entre los equipos de punta. Hay que aclarar que luego de esta temporada pueden surgir modificaciones en algunas de las alineaciones mencionadas. El atractivo de los partidos de polo, algo que en la actualidad no se da siempre, es lo que debe prevalecer. Los encuentros de alto vuelo hoy en día son la excepción, independientemente de que en los distintos niveles alrededor del mundo hay muchos cotejos emotivos e intensos.
Pero todo el mundo, todo el ambiente del polo, incluso todo aquel que se acerca por primera vez a este deporte, no quiere perderse a La Dolfina jugando ante Ellerstina, jugando ante Las Monjitas, y a Ellerstina midiéndose ante Las Monjitas. Y esto se palpa tanto en la asistencia a un partido como así también a la hora de asimilar lo que despiertan en cada rincón del planeta de polo cada vez que llega uno de esos duelos.
Pero, a su vez, para que salgan de la mejor manera, todo el contexto debe estar preparado para acompañarlo de la mejor manera. Y nos referimos a esto porque lamentablemente el arbitraje también fue protagonista el domingo en Hurlingham. La apuesta por nuevas caras en el referato es más que lógica y es un proceso por el cual pasan todos los deportes. Pero un cotejo de esta envergadura deja a las claras los aspectos negativos también. Y la falta de una autoridad con experiencia y firmeza el domingo en Hurlingham expuso a los involucrados en este partido. No puede faltar -ya sea montado o como tercer hombre- un juez que tenga la espalda suficiente para saber cómo responder ante la adversidad en aquellos momentos en que un partido sube de temperatura.
Hoy en día no aprovechar la posibilidad de contar con árbitros que acompañen el desarrollo definitivo de los jueces por los que ha apostado esta dirigencia es también una falta de criterio y de visión que afecta al espectáculo. Jueces como Federico Martelli, Gaston Dorignac, Esteban Ferrari, Daniel Boudou, Martín Aguerre, por sólo nombrar a algunos, no pueden ser tan desaprovechados. Se trata de que cada una de las partes ceda un poco y, de esta manera, poder acompañar al espectáculo como se lo merece.
No es por caerle a los árbitros. Porque lo cierto es que han estado a la altura, incluso en las definiciones de Abiertos de Triple Corona. Pero también es cierto que fueron protagonistas y, en muchos casos -independientemente del análisis de sus fallos, eso está fuera de discusión-, atentaron contra el mejor desarrollo de uno de los partidos que todo el mundo esperaba.
El sábado tendremos la posibilidad de vivir uno de esos duelos cuando La Dolfina y Ellerstina se enfrenten en la final de Hurlingham, y que significará que se vuelvan a ver las caras luego de aquel fallido comienzo de final de Tortugas. Será en la cancha 1 de Palermo. Por todo lo mencionado anteriormente, resulta ineludible indicar que hay que proteger los grandes partidos que se pueden ver hoy en día.