Saber hacer la pausa durante el juego es una condición, o aptitud, que pocos jugadores ostentan; poseerla, categoriza al jugador. Al ser el polo un deporte dinámico por las características cambiantes con las que cuenta, la pausa le brinda, durante el juego mismo, un carácter caleidoscópico.

 

Si bien existen jugadas “planificadas”, o “previsibles”, en un determinado sistema de juego, tanto en ataque como en defensa ocurre la llamada transición, o cambio de sentido del juego, que será cuando la bocha marque diferentes líneas, que son, a su vez, las que mantienen al jugador en permanente estado de alerta.

 

El juego por momentos se torna vertiginoso, y más aún al momento de escalar en el nivel de hándicap, circunstancia por la cual el jugador deberá realizar una PAUSA; es decir, espacio de tiempo que le concederá la posibilidad de esperar a que la jugada se defina y poder colocar, así, la bocha en el lugar esperado.

 

No realizar la pausa implica perder la claridad de la jugada y nos hace cometer un error por precipitarnos. Existen diferentes situaciones en las cuales la pausa se hace necesaria. 

Veamos:

 

  • Cuando nos encontramos en velocidad ante un compañero de equipo que corre por delante disputando una bocha -en una trabada o una pechada, por ejemplo-, hacemos “la pausa” esperando la resolución de la jugada.
  • Cuando voy por el lateral de la cancha (zona de las tablas), y un compañero de equipo va en velocidad por el centro de la misma en dirección al arco, hago la pausa para realizar el pase.
  • Cuando voy cortado solo hacia el arco con suficiente distancia con respecto a mis marcadores, busco asegurar el gol haciendo la pausa.
  • Cuando decido pasarle la bocha a un compañero mediante un backhander, espero que se acomode y desmarque, y allí hago la pausa.
  • Cuando decido rematar al arco desde una considerable distancia, hago la pausa: acomodo bien el caballo, observo con tiempo el objetivo y ejecuto.
  • Cuando un contrario toma en velocidad y sin línea una bocha, debo realizar la pausa para marcarle el foul; de no hacerla, puede ocurrir un accidente.
  • Cuando estoy en posesión de la bocha en solitario y lejos de los demás jugadores, hago la pausa para darme vuelta y quedar en sentido del arco contrario con posibilidad de golpear de drive.
  • Cuando reanudo el juego desde la línea de fondo y realizo un pequeño toque (tapping), hago la pausa para levantar la vista, permitiendo así a mis compañeros que se desmarquen y acomoden, y poder pasarles la bocha al que elija como mejor opción de juego.
  • Cuando un compañero, siendo el último hombre, va a efectuar un golpe de backhander, debo cubrirlo haciendo la pausa hasta que impacte y despida la bocha con destino de pase a mis otros dos compañeros; de no hacerla, y éste errarle a la bocha, seguramente nos convertirán un gol.

 

Si bien siempre recomiendo jugar la bocha rápidamente, de primera, tratando de utilizar el “factor sorpresa”, hay circunstancias especiales, como aquellas citadas anteriormente, que necesitan de la pausa. En estos casos, realizar la pausa no significa demorar el juego, sino por el contrario asegurar la jugada.

Para hacer la pausa debemos siempre conocer la ubicación de la bocha, de nuestros compañeros, de los contrarios y, en el caso de jugarla, el destino que buscamos darle a la misma. De nada sirve llegar apurado a una bocha sin conocer el “entorno” y el destino de la jugada. Hacer la pausa habla de la calidad de quien la implementa; de una correcta lectura del juego; de tener anticipación; y de no desgastar inútilmente al caballo.

Es frecuente observar jugadores que al no utilizar la pausa terminan una jugada sin el destino deseado: se les termina la cancha, como se dice comúnmente, o terminan realizando un pase o tiro al arco erróneos.

Para mejorar tu juego debes aprender a hacer la pausa cuando ésta es necesaria.

 

Agradecimiento especial por su colaboración en esta nota al Dr. Guillermo Villanueva.