By Alejandra Ocampo
Cada año, durante el mes de agosto, Deauville se convierte en uno de los centros más importantes del polo en Europa. Desde 1907 el Polo de Deauville ha atraído a lo más selecto de la aristocracia europea de la mano de sus fundadores: el Barón Robert de Rothschild, el Capitán Joubert y el Duque de Guiche, quien fuera el primer presidente del club. El Rey de España Alfonso XIII, Lord Louis Mountbatten, Sir Winston Churchill, el Príncipe Philip Duque de Edimburgo, Porfirio Rubirosa, son sólo algunos de los nombres célebres que pasaron por sus canchas, además, por supuesto, de los más importantes polistas profesionales de cada época.
A su vez, el polo se complementa con las carreras de caballos en el espléndido Hipódromo de Le Touques -cuyas pistas rodean a las canchas de polo-, convirtiendo a Deauville en LA ciudad ecuestre de Francia.
Pero también en la bella Deauville, ubicada en el Departamento de Calvados, en Normandía, al nordeste de Francia, y cuyos orígenes se remontan a la Edad Media (aproximadamente 1060), hay mucho más que caballos y polo, que tiene su punto cúlmine con la Coupe d’Or, uno de los torneos más significativos dentro del calendario internacional del polo, que se disputa desde 1950, y cuyo preciado trofeo han levantado muchos de los mejores jugadores del mundo. Deauville es un lugar fascinante, que combina historia, arte, cultura, moda, y que vale la pena recorrer.
1860 – DESTINO TURÍSTICO DE LUJO
Deauville se dio a conocer como destino turístico de las clases altas y la aristocracia en la segunda mitad del Siglo XIX. Por entonces, el Emperador Napoleón III comenzó a frecuentar la zona, hecho que atrajo a toda su corte y a través de ellos, a la aristocracia de París. Junto a la aristocracia y a lo más refinado de Francia, llegaron los lujosos hoteles, casas y palacios, como así también toda la infraestructura necesaria para albergar a estos exigentes visitantes que buscaban un lugar cerca del mar que además de distinguido, aportara aire puro beneficioso para la salud.
1913 – LA CONSAGRACIÓN DE MADEMOISELLE
En 1909 Etienne Balsan, aristócrata, oficial de caballería y empresario textil, rescata del internado de Moulin a una jovencita huérfana, llamada Gabrielle Chanel, a quien todos llamaban Coco, y que tenía un gran talento para crear, coser y bordar. Etienne, quien se convertiría en su amante y protector, la lleva a vivir a su castillo de Royallieu, y más tarde parten a París, donde Etienne le financia su pequeño local de venta de sombreros. A través de Etienne, Coco conoce al aristócrata británico y polista, Arthur “Boy” Capel. Boy, quien en 1912 llegó a ocupar un cargo directivo en el Club de Polo de Deauville, fue el gran amor de Coco y quien financió lo que hoy es la Maison Chanel, en el 31 de la Rue Cambon, en París.
Junto a Boy, Coco llega a Deauville en 1913, donde abrió su primera boutique, a la que acudían las elegantes y aristocráticas damas de Deauville que iban al polo y a las carreras, fascinadas con los revolucionarios y originales sombreros y vestidos de Coco. Sí, fue en Deauville donde se creó y se consagró el inimitable y eterno estilo Chanel, la que es hasta hoy una de las más legendarias marcas de la historia de la moda.
1914 – UNA OBRA MONUMENTAL
Encerrado en su departamento del 102 de la Rue Haussmann, en París, en su habitación tapizada con paneles de corcho para que no entrara ningún ruido del exterior, Marcel Proust alternaba su tratamiento contra el asma con la frenética escritura de la que sería una de las obras fundamentales de la literatura universal: “A la recherche du temps perdu” (“En búsqueda del tiempo perdido”), una suerte de autobiografía novelada, en siete tomos.
Hasta 1914 Marcel Proust pasaba sus vacaciones en Cabourg, ubicada en la Baja Normandía, a casi 23 km. de Deauville, lugar que amaba y que fue una de las tantas inspiraciones que llevó a su novela. Cabourg aparece infinidad de veces en su libro bajo el nombre de Balbec.
Su fiel ama de llaves, Céleste Albaret, lo acompañó en esa última escapada a Cabourg, cuando, tras un ataque de asma, le confesó que nunca más retornaría. Así lo cuenta Céleste en sus memorias: “Monsieur Proust”: “‘(…) Céleste, hay algo que usted tiene que saber (…) Nunca volveré a ir a Cabourg (…). Mi deber es escribir mi libro, realizar mi obra. El tiempo apremia demasiado para que pueda consagrarme a ninguna otra cosa’. Y aquella misma noche de septiembre de 1914, en el que él se encerró voluntariamente en su vida de recluso (…) dedicado a su obra, “yo (…) me encerré también, sin sospechar ni por un momento que sería hasta el final”.
Cabourg, que cuenta con un museo dedicado al genial Marcel Proust, es hoy conocida como Cabourg-Balbec, en honor al escritor y su obra.
1921 – LA PROMENADE Y LAS ESTRELLAS DE CINE
Además de la aristocracia, Deauville fue desde siempre uno de los lugares elegidos por las estrellas de cine de Hollywood, que tienen su lugar en Deauville en la Promenade des Planches.
Este boulevard marítimo, de 643 metros de longitud, fue diseñado hacia 1921 por el arquitecto parisino Charles Adda, quien utilizó madera de Madagascar, y está flanqueado por unas cabinas que llevan nombres de las más famosas estrellas del cine francés y mundial. El paseo, de estilo art decó, se completa con baños pompeyanos de hormigón y mosaicos.
Les Planches se convirtieron en un emblema para el séptimo arte en 1966 tras el éxito mundial de la película de Charles Lelouch, “Un homme et une femme”. En 1975 se creó en Deauville el Festival de Cine Americano, que se realiza cada mes de septiembre y es la cita obligada de las más grandes estrellas de la pantalla grande.
1944 – OPERACIÓN OVERLORD
Cada temporada de polo en Deauville tiene como tradición el vareo de los caballos en la playa durante soñados amaneceres. En esas mismas playas, en las que hoy se pasean los caballos de polo, tuvo lugar uno de los momentos más importantes de la historia universal: el D-Day (Día D), el desembarco aliado en Normandía, y cuyo nombre en clave era Operación Overlord.
La audaz operación militar, que venía preparándose durante meses (con sucesivas postergaciones debido al mal tiempo), se llevó a cabo en la madrugada del 6 de junio de 1944, cuando las tropas aliadas desembarcaron en las costas de Normandía, en las playas denominadas Utah, Juno, Omaha, Gold, Pointe du Hoc. La campaña, considerada la operación militar marítima más grande de la historia, finalizó con la liberación de la Europa Occidental invadida por los nazis. Deauville había sido uno de los lugares más afectados durante la terrible ocupación.
La escritora argentina, Victoria Ocampo, que en 1946 visitó Deauville durante un viaje a una Europa aún devastada por la guerra, recordaba su paso por esas playas: “Hice el recorrido de los campos de batalla del lado de Falaise, Argentan, Secqueville (…). En el trayecto, encontramos 2 cementerios llenos de miles de cruces blancas (…) De cada lado del camino (…) tanques abandonados patas arriba (…). Carlingas, alas de avión, autos militares (…). Los cadáveres de las máquinas (…) son testigos de esta crisis de sequía. Sequía de amor, de caridad, de fraternidad”.
1951 – EL DECANO DE LOS PLAYBOYS
Como buen destino aristocrático, a Deauville no le podía faltar un codiciado playboy. En los años ‘50 Deauville tuvo la constante presencia durante cada agosto del playboy de playboys, tanto dentro como fuera de las canchas de polo: el diplomático-deportista dominicano Porfirio Rubirosa.
Los que conocieron a Rubi, como lo llamaban sus amigos, coinciden: “era simpático, irresistiblemente atractivo y con una personalidad magnética, que hacía caer rendidas a sus pies a todas las mujeres”. La excepción fue Zsa Zsa Gabor, bellísima estrella de Hollywood de esos años, que se “atrevió” a rechazar los avances del insistente Rubi, quien además fue un muy buen polista amateur que llegó a los 5 goles de hándicap.
En 1951 Porfirio Rubirosa junto a su equipo, Cibao La Pampa, obtuvo la segunda Coupe d’Or de la historia. La formación incluía a su gran amigo, Charly Menditeguy, otro multi deportista y seductor como él, 10 goles de hándicap y uno de los emblemas de El Trébol, el cuarteto que dominó el polo en Argentina hasta mediados de los ‘40.
Por cierto, la figura del gran playboy de Deauville reapareció de alguna forma hace algunos años, precisamente en 2012, cuando se produjo el retorno de Cibao La Pampa a las canchas de polo. Fiel al estilo ganador e inigualable del playboy por excelencia, Porfirio Rubirosa, la nueva versión de Cibao La Pampa conquistó en aquel 2017 Coupe d’Argent y la Coupe d’Or.