By Alejandra Ocampo
Dedicada a la memoria del Dr. Julio Novillo Astrada, “Iaio” para sus nietos; Javier Novillo Astrada; y Norberto Fernández Moreno.
Foto de tapa: Ignacio, Javier, Miguel y Eduardo Novillo Astrada Jr. con su abuelo, don Julio Novillo Astrada, “Iaio”.
El 2003 fue un año que la familia Novillo Astrada no olvidaría jamás. No solo porue fue el año del retorno de La Aguada, el club de Open Door, fundado por don Julio Novillo Astrada, a quien sus nietos llamaban cariñosamente Iaio, sino que lograron una hazaña impensada incluso para ellos mismos. Cuatro hermanos – Eduardo Jr., Miguel, Javier e Ignacio – jugaban su primera temporada juntos, y contra todo y contra todos ganaron nada menos que la Triple Corona Argentina, que se la había llevado Ellerstina en 1994. Y no solo eso – La Aguada, además de entrar en el selecto grupo de equipos que se alzaron con la Triple Corona es, hasta el día de hoy, el primer y único equipo formado por cuatro hermanos que obtuvo el trofeo de polo más importante del mundo.
El camino hacia la consagración de La Aguada en ese 2003 había comenzado en 1999. Ese año, Eduardo, Miguel y Javier, junto a Alejandro Diaz Alberdi, dieron el batacazo y dejaron fuera de la final de Palermo al Indios Chapaleufu de los cuatro hermanos Heguy – Horacito, Gonzalo, Marcos y Bautista. En la definición los esperaban la otra tanda de Heguys, es decir Indios Chapaleufu II, con Eduardo, Pepe y Nachi Heguy más Milo Fernández Araujo. La Cañada perdió por 13-11, pero ya se empezaba a hablar de los Novillo Astrada. Cuenta Miguel Novillo Astrada: “Veníamos avanzando desde hacía un tiempo. Llegamos a la final del Abierto en 1999, con La Cañada y al mismo tiempo también jugamos algunas semifinales. En 2002, nos metimos en la final del Abierto de Tortugas”.
Vale aclarar que por ese entonces, La Cañada se había disuelto y los hermanos Novillo Astrada se habían unido a Gonzalito Pieres, para formar parte de un renovado Ellerstina en 2001, formación que duró hasta fines de 2002, cuando ingresó Facundo Pieres, en lo que fue su primera Triple Corona. Así, en 2003, Eduardo, Miguel y Javier incorporan a Nacho, de 7 goles y suplente en Ellerstina, para jugar con La Aguada, en lo que fue el retorno del equipo de Open Door desde los 80, cuando participaba con Taio Novillo Astrada, el padre del cuarteto, y quien le había dado a La Aguada su primer título grande, el Abierto de Hurlingham, en 1986.
Ese 2003, La Aguada hizo una prueba piloto en el Abierto del Jockey Club. La formación eran Nacho (1), Eduardo (2), Javier (3) y Miguel (4). Las posiciones no resultaron, con lo cual, por consejo del abuelo Iaio y el coach, Norberto Fernández Moreno, decidieron hacer cambios. “Ese año estaba ansioso por arrancar la temporada”, comenta Nacho. “Comencé jugando de 1, pero después del Abierto del Jockey, decidimos cambiar de posiciones. Personalmente, empecé a sentirme más cómodo de back”.
“A partir de eso, el funcionamiento del equipo cambió completamente”, dice Miguel. “Javo fue de 1, Nacho de back y yo de 3. Eduardo fue el único que se mantuvo como 2. Teníamos esa alternativa, pero lo mejor es que fue mi abuelo quien nos lo dijo; él fue fundamental para nosotros, nos enseñó, nos acompañó y nos conocía perfectamente. Y si bien nos fue mal, la decisión de jugar el Jockey fue acertada para probar”. Y añade: “Después de eso, cada uno jugó en su posición natural y anduvimos bárbaro”.
Y tuvo razón el abuelo, el querido Iaio, porque todo se dio vuelta en el Abierto de Tortugas, aunque no fue nada fácil tampoco. En la final debieron enfrentar a La Dolfina, aquel equipo de camiseta a rayas verde y negra, los colores del equipo de fútbol Nueva Chicago, cuya alineación era Adolfo Cambiaso, Lolo Castagnola, Sebastián y Juan Ignacio “Pite” Merlos. El partido decisivo fue muy disputado y terminó con La Aguada ganando por apenas 10-9, habiendo entrado al último chukker empatados. Si La Aguada ya había soprendido ganando el Abierto de Tortugas, la sorpresa fue aún mayor cuando se quedaron con el segundo, el Abierto de Hurlingham, derrotando en la final nada menos que a Indios Chapaleufu, con los tres hermanos Heguy y Mariano Aguerre, en una remontada espectacular en el último chukker, en la que anotaron cuatro goles consecutivos en tan solo dos minutos. Ya eran la revelación de la temporada, pero como reflexiona Miguel, “Siempre apuntábamos más a Palermo. Ganar Tortugas nos dio la confianza para pensar en todo, así seguimos mejorando y ganamos Hurlingham. Estábamos muy motivados y lo que es más importante, muy bien montados”.
Mientras, Alejandro, participaba a su manera del éxito de sus hermanos mayores. Con tan solo 22 años, era un fan más y el organizador de la hinchada y festejos. Tras la victoria en Hurlingham, las posibilidades de ganar Palermo y por ende, la Triple Corona iban creciendo. “Creo que nos empezamos a dar cuenta lo que se estaba logrando cuando terminó Hurlingham. Los chicos ganaron el Abierto de Hurlingham levantando un partido increíble”, remarca Alejandro. “Fue ahí fue cuando empezamos a pensar que había que festejar; yo organizaba la tribuna con la hinchada, era una especie de fan y organizador de eventos y festejos” (risas).
Al momento de llegar Palermo, todos los ojos estaban puestos en La Aguada, en los cuatro hermanos Novillo Astrada, que llegaban a la Catedral invictos. Quizás les costaba ganar los partidos, pero lo lograban a pura garra y corazón. Y la gran pregunta – ¿podrían llevarse la Triple Corona, esa que estaba vacante desde 1994?
“¡No, ni por casualidad esperábamos ganar la Triple Corona! Yo menos que nadie, porque era la primera vez que la jugaba, y con 7 goles. No, ni de cerca”, cuenta Nacho entre risas. “Me acuerdo que pensaba -¿tan buenos somos? Nunca creí que éramos tan buenos como para estar en ese nivel tan rápido. Por ahí mis hermanos sí, pero no conmigo”.
“Creo que en ese momento no pensábamos que podíamos ganar la Triple Corona”, agrega Alejandro. “Pero al mismo tiempo, ver como se venía dando todo, daba para creer que podía ser posible; no se decía, pero en el fondo se creía. Aunque no había que confiarse demasiado”.
“Fue algo muy lindo. Haber jugado los cuatro hermanos juntos fue una motivación extra para mejorar; jugar para La Aguada, para los propios colores. Eso fue un plus muy importante”, prosigue Miguel.
La Aguada debutó en Palermo con una victoria ante El Metejón, y de ahí no pararon más, hasta conseguir el codiciado puesto en la final, donde iban a enfrentar nuevamente a La Dolfina. Recuerda Alejandro: “Cuando llegaron a la final de Palermo les dije que ya había que festejar la temporada que habían hecho. Y los cuatro estuvieron de acuerdo”. La final del Abierto se postergó una semana a causa de la lluvia y se jugó el sábado 20 de diciembre de 2003.
La definición en la Catedral no arrancó bien para La Aguada ante Cambiaso y compañía. Habían ganado el primer chukker, pero La Dolfina se adueñó del partido hasta el sexto chukker, en el que estaban arriba 9-6. La historia se dio vuelta en el séptimo chukker cuando los Novillo Astrada pusieron el pie en el acelerador para conseguir un parcial de 3-0 y empatar 9-9, con tan solo un chukker por jugarse. La Aguada tiró toda la carne al asador: tres goles en ese último chukker, y el último, el de Nacho, jugando mucho más que los 7 goles que decía el tablero, fue el que liquidó el partido (el resultado final fue 12-10). Cuando sonó la campana final, el festejo fue desenfrenado: La Aguada, el equipo de los cuatro hermanos, que jugó su primera temporada completa, había logrado lo imposible: ganar la Triple Corona, y se metieron en los libros de historia. Iaio, el querido abuelo, el fundador del club, apasionado del polo y los caballos, recibió de sus nietos la alegría más grande de su vida.
“Hoy miro hacia atrás y pienso que es increíble lo que logramos”, dice Miguel. “Al principio, no tomamos conciencia de lo que significaba. Recuerdo que cuando jugamos la final de Palermo nos dijimos que esta era la oportunidad, no podíamos perder, no solo Palermo sino la Triple Corona. Contamos también con la ayuda de gente muy valiosa como nuestro coach, Norberto Fernández Moreno, que se nos fue hace poco y a quien recordamos con mucho cariño. Y también teníamos todo un equipo detrás Nelly Giscafré (NR: psicóloga deportiva), personal trainers, algo que era bastante nuevo en aquella época. Gracias a ellos, lo logramos”.
“Cuando ganamos Palermo, no lo podía creer”, dice Nacho y añade: “Creo que pasaron un par de años hasta que me di cuenta que lo logramos, y lo difícil que fue conseguirlo. No caía, no comprendía la magnitud de lo que habíamos conseguido. Hoy, 20 años después, me digo ¡qué divertido que fue! Yo la disfruté como nadie, porque no tenía ninguna presión. ¡La única presión que tenía era que no me saquen el próximo partido!” (risas).
Alejandro también aporta su recuerdo, sobre todo para dos personas inolvidables: Norberto Fernández Moreno y su hermano Javo: “Norberto siempre fue muy cariñoso con todos nosotros. Cuando empecé a jugar el Abierto siempre que podía, me venía a ver en alguna práctica, me hacía críticas constructivas, hablábamos mucho. Una persona con un corazón enorme, desinteresado, solo alentado por la pasión por el deporte, y que te quería como a un hijo. En cuanto a Javo, si bien ya pasaron casi 10 años, la ausencia de un hermano siempre se siente”.
La obtención de la Triple Corona para La Aguada trajo también algunos premios extra para los Novillo Astrada. Miguel, MVP de la final, se convirtió en el primer integrante de la familia en llegar a los 10 goles de handicap y obtuvo el Olimpia de Plata como el mejor polista del año. Nacho subió de 7 a 9, en tanto que Norberto Fernández Moreno fue el primer coach que ganó la Triple Corona, en una época en que los coaches en el polo prácticamente no existían. Los pioneros fueron Chapa II, cuando trajeron a Daniel González, gloria del deporte, campeón de la Triple Corona con Santa Ana, en 1973.
Hoy, 20 años después, el destino quiso que Nacho Novillo Astrada volviera a ganar Palermo en este 2023 a punto de finalizar, como coach de La Natividad. Y como sucediera en el 2003, la pasada final del Argentino Abierto también cambió de fecha: debía jugarse el sábado 2 de diciembre, pero la lluvia obligó a trasladarla al domingo 3 de diciembre. 20 años después, el día del cumpleaños del inolvidable Javo.