By Prof. Eduardo Amaya

 

En esta nueva entrega quiero destacar algo que todo buen polista realiza naturalmente cuando está montado sobre su caballo jugando al polo. Hay dos elementos que conforman parte de la anatomía de nuestro cuerpo, que tienen un papel preponderante durante el manejo del caballo y la pegada; ellos son, la cadera y la pelvis, ambas conformadas por distintos huesos y articulaciones.

 

Trabajando en forma conjunta, posibilitan la locomoción del tronco inferior. Ambas transmiten el peso a las piernas y lo aguantan en las diferentes posturas, tanto estáticas (sin movimientos), como dinámicas (con movimientos). Tratándose de la equitación, el jinete o jugador tomará posiciones sobre el caballo sentado en la montura mediante la pelvis, o apoyado en los estribos por las piernas en directa relación con las caderas. La cadera es una articulación entre el hueso coxal y el fémur, y la pelvis una estructura ósea compleja con forma de embudo formada por el ileon, el sacro, el coxis pubis y el isquion.

 

En la equitación para polo, durante ciertas órdenes que le damos al caballo trabajamos con la pelvis y las caderas. Hacemos anteversion,(inclinación anterior de la pelvis) y flexión del lado, al cual le ordenamos girar al caballo. Inclinamos la pelvis constituyéndose ésta en el volante del manejo del caballo. De esta manera, las órdenes irán de atrás hacia adelante, desde las caderas, la pelvis, el peso corporal, las piernas y, por último, las riendas.

 

El arqueo del cuerpo, flexión de las caderas hacia adelante, también conoccido como retroversion de la pelvis (inclinación posterior), no favorece la libertad de acción ni del torso ni de las piernas (posición inclinada sobre el caballo), tal como en la posición de jockey, ya que se pierde la expresión sobre el caballo en cuanto a flexibilidad y estabilidad.

 

Al hacer posting, trote o galope levantado durante los distintos aires del caballo, trabajamos apoyando el peso corporal en los estribos con la rítmica anteversión de la pelvis según el aire que estemos realizando. Durante la parada, o sujetada, ocurre algo opuesto a la inclinación anterior de la pelvis, ya que, al comienzo, las piernas van hacia adelante: flexión de las caderas acompañada ésta por la inclinación posterior de la pelvis (retroversion).

 

La anteversion pelvica, o inclinación anterior de la pelvis con concavidad lumbar, es una posición fundamental durante el contacto con la bocha. Al mismo tiempo, la flexión de la rodilla y la flexión de la cadera (inclinación pelvica) del lado del golpe, asegura una posición erguida del torso, libera el movimiento (giro de la cabeza tan necesaria durante el juego), genera una columna vertebral recta para poder realizar el torque o giro alrededor de ella al finalizar el swing. De no existir esta inclinación anterior de la pelvis, la columna vertebral permanecerá arqueada en forma de “C” invertida, e impedirá el calibre con la rodilla (distancia mano/bocha) y el giro de caderas y hombros sobre ella.

 

En síntesis, al no antevertir la pelvis, se impide el correcto swing, limitándose solo al movimiento del brazo y no se involucra el cuerpo, que sería lo correcto.

 

A mi entender, se trata de un tema de vital importancia para mejorar tanto la equitación como la pegada. Hay mucho por investigar y poder transmitir en futuros artículos.