La H.H President of UAE Polo Cup, que se venía disputando en Abu Dhabi, Emiratos Árabes Unidos, era, tal vez, el último vestigio de algo que se preveía, pero que, sin embargo, uno imaginaba que cabían posibilidades de que no terminara de ocurrir. La confirmación durante el jueves de que el certamen que celebraba 20 años de historia se cancelaba, puso un parate absoluto a la actividad competitiva del polo a nivel mundial ante los hechos que son de público conocimiento y que se encuentran afectando a toda la población. Cabe aclarar que el torneo se venía desarrollando a puertas cerradas, con acceso únicamente de jugadores, sus equipos y staff de la organización, con un intenso operativo sanitario en el ingreso al club desde el mismo primer día de acción (miércoles 11 de marzo); y cabe la aclaración, ya que incluso durante esa semana era normal ver por televisión deportes a cancha llena.

 

Ya este lunes, también en Emiratos Árabes Unidos, aunque en Dubai, el Dubai Sports Council había anunciado la cancelación de todos los eventos deportivos en su territorio, sin la posibilidad de que se disputen a puertas cerradas, a diferencia de lo que venía ocurriendo en algunas locaciones alrededor del planeta.

 

Previo a estos hechos, ya el viernes la Asociación Argentina de Polo había anunciado la suspensión de todos sus torneos oficiales hasta fines del mes de marzo; y a varios kilómetros de allí, en Tailandia, unas horas antes el Thai Polo & Equestrian Club daba por finalizada su temporada de torneos. Este viernes, 20 de marzo, la AAP canceló definitivamente toda su temporada de otoño.

 

Durante el pasado fin de semana comenzaron a tomarse medidas firmes en el polo de Estados Unidos. Primero fue la USPA durante la jornada de cuartos de final de la USPA Gold Cup el sábado, cuando la entidad madre del polo americano comenzó a limitar el ingreso para que sólo sean de la partida jugadores, equipos y staff. La World Polo League tomó la decisión de parar por 14 días el lunes; la USPA la tomó el martes. Con las semifinales de la USPA Gold Cup y del Women’s US Open a la vista, y con el US Open ya asomando, uno imagina que la decisión no terminó siendo la más drástica justamente por la significancia de estos certámenes recién mencionados. Ya con una situación de prevención que es cada vez más impostergable, el panorama no es nada alentador.

 

Por otra parte, y sin intención de insensibilidad, la positiva comunicación por parte de la HPA el pasado lunes, sembraba una luz de esperanza entre tanta noticia negativa que venía azotando al mundo -naturalmente-, y también al polo. Porque si bien nos encontramos atravesando una situación sin precedentes a nivel global en el último tiempo, lo cierto es que también hay que tomarse unos instantes para discutir y analizar a viva voz el nocivo impacto que tendrá toda esta situación en el polo y la actividad económica que se desprende de este deporte.

 

La indicación de que la intención del órgano rector del polo inglés y de los clubes de Inglaterra era la de mantener el polo abierto y que se mantuviera la planificación de la temporada -siempre dejando por sentado que se mantenían sujetos a las decisiones del gobierno-, hacía pensar que había luz al final del túnel. Pero este jueves la HPA, si bien recalcó lo recién mencionado, también anunció que hasta el 1° de mayo no habría actividad. Estamos llegando al fin del mes de marzo, y es entonces cuando se terminan de cerrar los últimos detalles logísticos de una temporada europea que comienza, a grandes rasgos, a fines de abril, y que se extiende, al menos en el nivel medio-alto, hasta mediados de septiembre.

 

Lo que domina en este momento es la incertidumbre; e, insistimos, el impacto económico que puede tener esta situación si analizamos el contexto es realmente desalentador. Parar el polo, así a secas, como está ocurriendo, y como se vislumbra que se profundizará, es un escenario que ni el más pesimista imaginaba hace tan sólo diez días.

 

Claro que en este momento más que nunca hay que ser responsable como medio de comunicación, seguir las medidas que impliquen el beneficio colectivo por sobre el individual, y no apartarse de ese camino. Pero también hay que empezar a tomar medidas para que todo lo recién mencionado tenga un respaldo para que el impacto del choque sea lo más suave posible. Porque el polo se divide en temporadas, algunas más cortas que otras; y que la actividad se pare implica que muchos de los actores involucrados no puedan volver a sus casas, que varios se queden varados a kilómetros de distancia de sus hogares, o que, en el peor de los casos, no tengan ni siquiera la posibilidad de pagar sus cuentas básicas más allá del mes en curso.

 

Si bien uno puede leer estas líneas y sostener que en gran parte es política la responsabilidad de tomar una decisión que cubra las necesidades económicas que va a desatar el estancamiento de la actividad, de todo esto se desatan una gran cantidad de aristas que no pueden ser analizadas de manera liviana.

 

Es indudable que hay que quedarse en sus casas hasta que la situación mejore, o que -soñar no cuesta nada- la situación sea superada. Pero también hay que tener en cuenta a todos aquellos que afrontan la necesidad de generar un ingreso en el día a día, hacer changas, pagar sueldos, impuestos, deben planificar movimientos y logística hacia otros países, y así podríamos seguir. También nuestro rol como comunicadores, en esta situación sin precedentes para el mundo moderno -insistimos-, es la de revelar cada cuestión que a veces se esconde o se deja de lado. Quedémonos en nuestras casas, pero también pensemos y reflexionemos de qué manera podemos ayudar para que la industria del polo no sufra tanto.