El polo es el llamado “deporte de reyes”. Y, como tal, en Argentina tampoco puede faltarle un castillo, la vivienda habitual de los reyes. Entre los más famosos castillos que rodean canchas de polo, se pueden encontrar las legendarias ruinas del Castillo de Cowdray, en Cowdray Park Polo Club, en Inglaterra, en tierras donde -se dice-, anduvo paseando el quizás más famoso rey de Inglaterra, Henry VIII. A su vez, en Francia, a tan sólo 30 km. de París, está el espléndido castillo de Chantilly, a pocos minutos del Polo Club du Domaine de Chantilly. Más recientemente, Guards Polo Club, en Windsor Great Park, abrió The Castle Ground, cancha que tiene como fondo el imponente castillo de Windsor, la fortaleza medieval que es la residencia de la reina Elizabeth II.
¿Y qué pasa en Argentina? Por supuesto, al polo de 40 goles no podía faltarle su castillo; un castillo ubicado en la sede Alfredo Lalor, de la Asociación Argentina de Polo, en Pilar, en la Provincia de Buenos Aires, a aproximadamente 60 km. al norte de la ciudad de Buenos Aires.
La historia se remonta a 1820; el predio mismo era una estancia llamada El Recreo, cercana al Río Luján, y que tenía un lugar llamado Casa Grande. Allí se instaló José de Carabassa, casado con Felisa Ocampo, cuando adquirió el predio como coto de caza en 1860.
En 1900, y con motivo del casamiento de su hija Adela, decidieron construir un castillo de estilo victoriano, al que se lo conoce también como El Chalet, y para el que se utilizó material exclusivamente importado de Alemania.
Allí vivió Adela con su marido Miguel Pando y sus seis hijos, nacidos entre 1905 y 1915. La familia Pando pasaba la mayor parte del año en el castillo, con excepción de los meses de invierno, en los que regresaban a Buenos Aires.
El castillo tiene una torre, con altillo hexagonal; era el lugar al que acudía Félix Pando, el menor de los hijos de Adela y Miguel, ya que le servía de mirador para observar el río Luján y el espléndido campo que lo rodeaba.
La AAP compró el predio en 1969, y el castillo fue restaurado a fin de modificar algunos ambientes para dedicarlos a otros usos. Los salones de la planta baja, por ejemplo, son utilizados para eventuales reuniones de jugadores y oficinas del staff de la AAP, a la vez que cuenta con bar y restaurant para todos quienes acuden a ver polo en Pilar. Por otro lado, debieron hacerse tareas específicas de desmonte y nivelación de terreno, destinados a las canchas de polo.
La sede Alfredo Lalor y su castillo se complementan con el inigualable Campo Argentino de Polo. Su nombre recuerda a quien fuera Presidente de la AAP entre 1969 y 1971, un verdadero visionario que tuvo la gran idea de adquirir el espléndido predio en su primer año al frente de la AAP, y que con los años ha sido revitalizado de manera notoria, tanto en calidad como en cantidad de canchas (hoy el predio cuenta con 12 canchas), lo cual permite la disputa de innumerables torneos; entre otros, y desde hace varios años, se disputan aquí las etapas preliminares del Abierto de Hurlingham, la Copa Municipalidad de Pilar y, últimamente, la Copa Potrillos.
Y allí está, como postal inequívoca, el castillo victoriano, testigo del mejor polo del mundo.